LARGOMETRAJE / extracto (escena 2)
Dormitorio de Rosario y Lucho.
Lucho está acostado en la cama con las
piernas
flexionadas. Las almohadas están apiladas una encima de la
otra
y sostienen su espalda adoptando una postura medio sentada. Ensimismado
en sus ideas, juega con un rosario. De repente, se abre la puerta de
golpe y Rosario, su esposa, entra precipitadamente, exultante de
alegría.
Rosario brinca gozosa delante de la cama con un billete de cincuenta
euros en su mano.
ROSARIO
¡La plata! ¡Tengo la plata!
Lucho arroja el rosario al lado.
LUCHO
¿De veras te los prestó, los cincuenta euros?
Rosario exhibe el billete sujetándolo con las puntillas de
los dedos y una cara de máxima soberbia.
ROSARIO
Míralos bien: ¡cincuenta euros! Te cuento que fue
facilísimo. Se tragó la historia así
no
más.
LUCHO
(compasivo)
Pobre Janaína... que tampoco se ahoga en la abundancia.
ROSARIO
(indignada)
¡Cómo que “pobre
Janaína”!
¿Quién la manda a ser tan boba? Si me
dió el
dinero de una, es culpa de ella.
LUCHO
(sensitivo)
Yo sigo creyendo en la bondad del ser humano.
ROSARIO
(regañona)
Lo que a ti te falta, es una redención de tu esclavitud
cristiana veterotestamentaria.
(con una mueca cínica)
Indulgencia y caridad. ¡Ah! Si nos tomáramos a
pecho cada palabra que este charlatán solemne--
Apunta con el dedo al crucifijo dorado en el collar de Lucho.
--desembuchó hace dos mil años, no
estaríamos
ahora en España, sino que también
colgaríamos en
la cruz: desvalijados y violados, por ahí tirados en
algún barrio de invasión en Bogotá o
Barranquilla.
LUCHO
(insultado)
¡No hables así de Jesucristo! ¡Sabes muy
bien que no me gusta eso!
ROSARIO
(pierde la paciencia)
Acá en Europa ya se te debería haber metido en tu
cabeza
cuadrada que no se puede contar con la ayuda gloriosa del de arriba.
¡En vez de irnos recuperando poco a poco, vamos de mal en
peor,
nos hundimos!
LUCHO
(esperanzado)
Yo sé que nos atenderá, la dulce Virgencita.
ROSARIO
(satírica)
Si atendiera a alguien, sería sólo a ti. Yo he
dejado de rezar e implorar hace siglos.
LUCHO
(lloriqueando)
¿Cómo puedes ser tan injusta con nuestra
protectora celestial?
Rosario agarra una revista a la par de Lucho en la cama.
ROSARIO
Si un día desecharas estos periodicuchos para retrasados
rotundos --
Estampa la revista al suelo.
--y te pusieras a leer un libro decente, quizá
evolucionarían tus diez neuronas contaminadas por la
santísima insensatez.
Toma un libro de su mesita de noche.
(sarcástica)
Con estas baratijas intelectuales desperdicio yo mis horas de ocio. Y
desde que empecé a dedicarme un poco más en
detalle a la
literatura y la filosofía, veo una luz brillando en las
tinieblas: Mis ideas raras no son una excepción enferma...
La
Europa entera piensa tan atravesada como yo.
LUCHO
(con fuerte convicción)
Si no se cree en Dios, ¿en qué se debe creer
entonces? ¿Qué sentido tiene la vida sin Dios?
ROSARIO
¿Cuándo he afirmado que no creo en un ser
superior?
Solamente rechazo el punto de vista arcaico, si por la noche tiras
suficientemente del manto de Dios Padre, la mañana siguiente
están los cuatro arcángeles en la puerta con un
arca de
la alianza rebasada de monedas de oro. No, la confianza incondicional
en el poderoso Proveedor la tienes que eliminar de tu visión
del
mundo. Esto es lo único positivo que me ha aportado Europa:
ver
más allá del horizonte latinoamericano,
mentalmente
restringido y estrangulado por la Iglesia, renegar de las tradiciones y
conceptos morales llenos de polvo, con que los curitas nos han sometido
bajo el yugo coronado de espinas.
LUCHO
(decepcionado)
¡Cuánto has cambiado! ¡No entiendo
cómo ahora puedes ser tan despiadada y fría!
ROSARIO
Tú te aferras a tu idilio trasnochado de Dios y los santos,
vives bajo el dogma de que algún día
descenderá
del cielo el Salvador en una mandorla resplandeciente y te
esculpirá la absolución en el alma, y por eso
eres la
personificación de un fracasado. A mí, en cambio,
me
importa miércoles la liberación elísea
y el
catálogo cristiano de las virtudes y aún
así por
lo menos a veces suelo conseguir lo que quiero. Por favor, una vez
más--
Alza el billete como una hostia.
--cincuenta euros. ¡Cincuenta! El verdadero pan de Cristo.
Amén.
LUCHO
(automáticamente, en voz baja)
Amén.
(pausa corta)
¿Y qué hay de la conciencia? ¡Dios o no
Dios, es
evidente que la mentira y la estafa no forman parte de las grandes
dignidades!
ROSARIO
(un latido cardíaco más tarde)
No, no forman parte, lo reconozco. ¿Pero sabes de otras
opciones? Tuve que aprender a conformarme, a adaptarme a cualquier
vaina, incluso cuando está en contra de mi
concepción
vital. El más fuerte vence. Y en Europa “ser
más
fuerte” significa actuar más allá de la
ética clásica, ser realista, racional y
calculador,
así que, o arriesgas el huevo, o estiras la pata sin los
cincuenta euros, ¿vale?
LUCHO
¡Ah ya! Entonces al diablo con la decencia y el honor.
¿Y
cuál es el plan de batalla cuando las fuentes se agoten?
ROSARIO
¿Por qué se van a agotar? Si todo va sobre
ruedas.
Saca de la mesita de noche una billetera en la cual mete el billete.
LUCHO
(precavido)
No podemos siempre aprovecharnos de los cuatro amigos que tenemos. En
cualquier momento les va a oler feo y se acabó para
nosotros.
ROSARIO
(cansada del tema)
Como sudamericana, ¿qué puedo hacer? Dar clases
de
refuerzo a niños tarados, cuidar bebés,
distribuir
papelitos de propaganda.
Se encoje de hombros.
Es la triste y dolorosa realidad. Y si no quiero perder la visa de
estudiante, hay que aguantar cada mañana en el laboratorio
sin
ganar ni un peso.
LUCHO
(pesimista)
Aún así no alcanza para las necesidades
básicas.
Esta habitación nos cuesta ciento cincuenta euros, con
cuatro
chicos más en el departamento. Y al fin y al cabo
también
tenemos que comer. Estoy hasta la coronilla de arroz y frejoles. Y en
invierno no puedes ir en bici a tu instituto, lo que implica,
además, gastos de transporte.
Rosario saca una silla debajo de la mesa y se sienta.
ROSARIO
Así lo escogimos. O Quemarnos definitivamente en el infierno
anarquista de Colombia o buscar nuestra suerte en la España
próspera.
LUCHO
¡Sí, claro que sí, acá todo
es mejor, no hay ni comparación con nuestros
países!
(se recalienta hablando)
¡Acá puedes pasear de noche por las calles
vacías,
y nadie te roba! ¡Acá puedes ir en carro al campo
y hacer
un picnic, y nadie te secuestra! ¡Nadie quiere tu casa, nadie
quiere tu plata! Las condiciones perfectas para el paraíso.
(desesperado)
¡Pero aún acá tenemos que luchar por la
supervivencia! No veo ninguna salida. Nos alejamos de la miseria para
volver a ella. Allá huimos de rateros, asesinos y
pirañitas armados, y acá nos escondemos de la
policía. Y lo único que queremos es encontrar
nuestra
paz... ¡Sólo un poco de calidad de vida,
sólo eso!
¡No hacemos daño a nadie! Si nos dejaran trabajar
normalmente, el estado no tendría ningún gasto
adicional.
ROSARIO
Al contrario, pagaríamos impuestos al gobierno,
llenándoles el buche.
LUCHO
Pero no, como el peor delincuente hay que evitar cualquier persona que
tiene media pinta de policía.
ROSARIO
La diferencia fundamental con Colombia es que, en España, el
homicidio únicamente existe en el sentido
metafórico, o
sea, en el prestigio social, en cambio allá te matan a
quemarropa sin pestañar.
LUCHO
Por lo menos así estás descargado de la vida de
mierda en la tierra.
Suspira, lleno de abatimiento. Rosario responde decidida,
después de una pausa de reflexión.
ROSARIO
Lucho, tienes toda la razón. Me engaño a
mí misma,
quiero ver castillos en el aire. Apenas llegamos acá, se nos
esfumaron los ahorros, respecto a las clases privadas dependo de la
gente, y con los cien euros que nos manda tu mamá tampoco se
puede conquistar España...
Mueve la mano en dirección a la mesita de noche en donde
guardó la billetera.
Y olvida los cincuenta euros; fue un golpe de suerte.
Se calla un momento, luego levanta la cabeza y mira a Lucho.
Ahora te toca a ti Lucho, tienes que buscarte un empleo. No puedes
seguir encerrado en la casa sin hacer nada productivo, echado como una
marmota.
LUCHO
(casi refunfuñando)
¿Qué puedo hacer? Sin permiso de residencia no me
acepta nadie en España.
ROSARIO
(enfadada)
¡Ni siquiera lo has intentado! Siempre la misma excusa.
(se burla y le parodia)
“¡Me van a arrestar y deportar a
Perú!”
LUCHO
(peleón)
¿Qué prefieres? ¿Qué luche
contigo o que me expulsen?
ROSARIO
¡Lucho! No estamos hablando de ti ni de mí y--
Pone la mano con mucho espectáculo sobre el
corazón.
--“ave María Purísima, el
amooooor”.
¡Acá se trata de la pura existencia! O trabajo y
plata, o
de regreso a tu país, ¿no lo has entendido
todavía? ¿Por qué ahorraste cada peso
durante un
año para el vuelo, renunciaste a ese puesto de tu empresa
peruana en Bogotá, y vendiste lo que tenías?
¿Para
volver, después de un tratamiento de hambre en Europa, otra
vez
a Sodoma?
Alza las manos.
Al final todo nos lleva a lo mismo: si te quedas en la casa, estaremos
fregados en unos meses, porque sin plata nos jodimos. Por otro lado,
aumenta el peligro de que te atrapen como inmigrante ilegal, y
también se nos acaba el juego. Pero cabe la posibilidad de
que
no te investigue nadie, y estarías fuera de peligro.
¿No
te convence eso?
LUCHO
(increpado)
Bueno.
(pausa corta)
Bien. Voy a empezar a averiguar mañana mismo. Cuando vuelvas
del
congreso de San Sebastián, tendré trabajo. Te lo
juro.
ROSARIO
(con un gesto más alegre)
Ah, eso ya suena de otra manera. Mmm, te sugiero que hagamos una
pequeña pausa escatológica y celebramos las
cincuenta
lucas con cincuenta polvos húmedos, ¿o tienes
otras
propuestas?
Se sienta encima de Lucho, con los labios lascivamente entreabiertos.
Cuando se levanta el vestido de verano, se apaga la luz.